martes, noviembre 29, 2005

El ladrón de e-almas


Así como el alma es una parte sobrenatural e inmaterial del ser humano. Y según el Génesis del Antiguo Testamento, Nefesh representa el dinamismo de la vida que se asienta en la sangre y es algo casi material. Nuestra conexión con el mundo ubicuo de Internet se da generalmente por medio de los correos electrónico o e-mail.

Que han pasado a ser repositorios de nuestras alegrías, sufrimientos, intereses, miedos, amores y desamores, hasta de los monstruos que tenemos en lo más profundo de nuestro averno. Nuestros correos son privados, son parte de nosotros y somos celosos con su contenido.

Conocí una tarde al ladrón de e-almas. De estatura media, una camisa tropicalizada por no decir chillona, un maletín color plata que parece parte de su cuerpo. Escuchaba al grupo Grateful Dead en un mp3 multimedia player con unos audífonos en sus orejas. Abrió la puerta del cibercafé y miró a la concurrencia como si ya los conociera. Para el muchos de ellos habían dado su e-alma a cambio de nada.

Le era placentero sentarse en las escaleras de felpa para esperar tiempo de conexión. No usaba un PC sino tomaba control de el. Revisaba fallas de seguridad, bug para ver si le hacia su trabajo mas fácil. Pero el motivo de su visita al cibercafe era encontrar correos electrónicos sin cerrar para hacerse de ellos. Los llamaba e-almas.

Revisaba su contenido, se devoraba los mensajes encontrados, se reía de los mail de chistes, dilataba sus pupilas con los correos eróticos y se tomaba el tiempo para reenviar los hoax. Luego de esa orgía binaria el rito terminaba con el cambio de la pregunta secreta del correo. Había consumado el acto final. Ya esa e-alma era de el.

Dicen que visita todos los sitios donde hay una conexión a Internet. Cuenta que tiene más de 1000 e-almas que no pueden zafarse de su presencia. Otras veces estando al lado lo saluda por su nick. Comentan que ya no es solo el, tiene discípulos por los caminos de la red. Es la sayona virtual, la leyenda que se hace urbana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Afortunadamente, los prefijos sólo son plus, un aditamento a la razón de ser del concepto. Se adhieren, pero son prescindibles ante la decisión. Y si una e-alma sucumbe, siempre puede dejar el despojo del prefijo para escapar nuevamente a su dominio. Allí donde es señora podrá abrirse, celebrar y comulgar con quienes son invitados.

Menos mal. Menos mal que antes que e-almas, hay almas: sagradas, libres, inalienables, inmortales. Menos mal que siempre nuestra esencia va salir librada de quienes creen que se pueden usurpar algo más que confidencias. En realidad el alma se abre en confidencias insistentemente, cada minuto. En gestos, en miradas, en silencios, en sollozos, en e-mails. Y cuando los hijos de su sensibilidad ya han salido de su manos nada puede hacer por su destino. Pero ella sí puede hacer por ella misma. Puede callar y mirar hacia sí para reponerse, para orientarse, para ser en El que la hizo invencible y se duele por ella porque ha pagado (que no robado) un precio alto por su dignidad. Si es cierto que hay ladrones de e-almas, no debemos temerles. En el fondo nada humano nos será ajeno y no somos tan originales como para no poder hacer frente a la transparencia. Las almas son recintos sagrados. Las cuentas de correo no. Así es la vida y así está bien. Hemos hecho de los correos una suerte de espejo donde se miran nuestras inquietudes, carencias o anhelos. Seguramente los correos abiertos responden a la causalidad y no a la casualidad. Y quizás los ladrones de e-almas tengan sentido. Mientras haya almas sin prefijo, claro.

Felicito al autor porque el cuento es excelente. Deberían firmarse los aportes.

Rafael Mourad dijo...

El ciberespacio también es un ejercicio, en lo posible, de racionalidad. Concurren conductas aproximadamente sensatas. Y por sensatez entendemos la respuesta a unas premisas determinadas que hacen la lógica del intercambio. No obstante, lo que se entiende como captura de almas, dentro de la obsesiòn antropológica, la actualización empedernida de los mitos que dicen relevar al autor de su recóndita angustia teológica, se convierte en una anomalía, en una respuesta no lógica, en un acto subversivo que merece una investigación de la conducta ávida por descubrir vidas secretas. Muchas veces, en los cibercafés, obstinado de no hallar páginas interesantes, nos entretenemos por capturar, vía chat, la escena: fingiéndonos otros personajes, desdoblándonos caprichosamente. Esto supone un esfuerzo, también enfermizo, de guardar la debida coherencia para cada una de las personas que "confrontamos". E inmediatamente, salvar el contenido, depositarlo en un Gmail, con la idea futura de atrevernos a un ejericicio narrativo. Descubro, ahora, que el autor de la nota realiza brillantemente, sin más esfuerzo que la observación sistemática y creadora, sus propios ejercicios narrativos, mientras yo acumulo notas que jamás lograré ensamblar, olvidados los propòsitos iniciales. Pero, lo más llamativo, es que no hay finalidad aparente en el personaje referido. Apenas un divertimento, una afición, un voyeurismo propio del que se instala furtivo en una vetana, con largavista, para captar las mejores escenas detrás de las otras ventanas del edificio vecino.¿Enfermo?. Lo mismo dirá el personaje referido de quien, además, suscribe un post como éste.

Anónimo dijo...

La metafísica en la red
Leeremos la contraparte materialista; el asesinato de las almas, boleros o requiebres de sociópatas, algunos, trasnochados y lúcidos, otros sólo alucinados. El tono será posmoderno: ensayo, crónica y ficción; la atmósfera gótica. Hay un escritor mostrando sus bytes y pareciera que es de los más puros.

Saludo a la nueva empresa